jueves, 25 de octubre de 2007

De boliches y amor I

1


Mientras barre la vereda madrugada
conversando,
el mozo del café con la vecina,
en su rutina,
comenta a Doña Tota, le señala:
"¡Tiempo loco!"

Como cada mañana, la señora y su perro le contestan:
"Bien loco".
Mientras la mascota junto al árbol olfatéa,
se dobla y puja,
apoyado en la escoba, el mozo pronostica:
"Viene lluvia"

El faldero está felíz, mueve cola y cadera
al mismo tiempo
porque conoce todos los olores
uno a uno:
de la dueña, mozo, boliche, árbol, baldosa
y esa su esquina.

Doña Tota aprueba la opinión metereológica:
"Casi seguro"
y como todas los dias pontifica incansable:
"Buenos tiempos...los de antes".
El perro ladra a algo o alguien,
olfatéa,busca.


Don Daniel, veterano doctorado en mostradores
se sonríe,
desde su Master en la Universidad de la vida,
le responde:
"Eso si que es bien cierto, Doña Tota",
y se despiden.



2



Verte llegar,
divisar a lo lejos tu figura,
reconocer tu cara entre la gente,
ver que te acercas,
que cruzas la calle y me sonríes,
sentir tu beso en mi mejilla,
tenerte junto a mi en la mesa
disfrutando tú, tu té con limón
y yo mi café expresso,
todo eso mi amor,
no tiene precio.



3

Esa sonrisa franca, espontánea, contagiosa
tu mirar acariciante, profundo, bondadoso
el sosegado decir sin exigencias
la forma gentil de trasmitir lo que deseas
y tus caricias mínimas, cariñosas
que dicen mas que mil frases melosas
toda tu fragilidad, suavidad, delicadeza
tiene el efecto destructor de mil cañones
en mis serias espinosas negativas,
en mis no convencidos
en mis amuralladas caducas estructuras,
en todas mis defensas invencibles.
Entonces, quizás sin proponértelo,
las vuelves polvo, y quedo a tu merced, sin salvación,
indefenso, desarmado, prisionero,
enamorado.


4



El portazo
quedo resonando
en todos los ambientes,
como un eco infinito.
(Aun hoy lo siento)

Resonando siempre
en todos los sentidos,
recuerdos, rencores, sentimientos,
dolores y finales:
(FIN-THE END-FINE-FINI)

Y desde ese primer sonido seco,
nos comenzó a crecer distancia,
y se hizo enorme. (Insalvable, ya.)
Estamos, pero no estamos, por eso:
FIN-THE END-FINE-FINI. (Mejor.)



5


La mesa, huérfana.
Dos tazas de café vacías,
con borra en el fondo.
El cenicero lleno
de puchos apretados,
algunos con tu huella en rojo,
mínimo recuerdo
que perdura.
Unas pocas servilletas de papel
usadas,
arrugadas junto al plato vacío,
el pincho con el ticket pago
y la propina al lado,
dos sillas alejadas
asimétricamente.
Solo eso,
nadie,
nada,
una isla triste
y silenciosa
en el ojo del huracán brutal
que es el boliche,
a esa hora de la noche,
lleno de gente
hasta la boca.


6



Cuando vi tu mano,
despidiéndose,
entendí todo lo que me iba a faltar,
al no tenerte
y egoísta intenté
que regresaras.
(Allí recién vine a descubrir
que estabas,
pero hacía muchísimo tiempo,
te habías ido,)
Al fin, quede como el del tango:
"...la ñata contra el vidrio,"
solitario.

7



Desde mi mesa
tras los vidrios mojados
veo el viejo perro labrador abandonado,
aullando como sus ancestros
guarecido bajo un frondoso árbol
en la noche fría y lluviosa del invierno.
Al noble animal
no le molestan las inclemencias del tiempo,
ni el hambre, ni el cansancio.
Le pesa la soledad,
lo enferma la tristeza,
le duele el abandono traidor,
premeditado,
de aquel humano que creía su amigo,
aquel que era su amo.



8



Esa sonrisa en tu cara
la considero
una victoria personal.
(Tu sabes bien por que.)
Por eso levanto mi copa
por nosotros...¡salud!.



9


No soy romántico
- lo sabes bien –
pero quiero decirte que te quiero,
y por mas que pienso y pienso
no encuentro la manera.
(¿Quizás secreteándote,
que el no verte
me resulta insoportable.?)
No se.
Sigo tomando mi café.
Sigue mi indecisión,
siguen mis dudas.



10


Vi como te alejabas

despacito.

(Flotabas.)

De boliches y amor II

11



Puedo ver tus huellas dactilares
cuando apoyas la mano
desde fuera en el vidrio.
Y yo desde dentro del café,
atrapando tu mirada,
las voy haciendo coincidir
una a una con las mías.
(Y sin hablar te pido y sin hablar aceptas)

Corre la lluvia por tu pelo
no mas que el deseo por mis entrañas
Te amo más cada día
con cada sol,
con cada luna,
con cada noche,
más todavía.




12




Te vas
y como siempre,
te saludo.
Con su otoñal frescura
el viento acaricia mi mano al despedirte.
Rutinariamente cruzas apurada,
caminas unos metros,
te vuelves sonriendo
y besando tu palma
me envías un beso aéreo.
(También algo me gritas, mas no entiendo)

Ya sigues caminando,
te alejas,
te esfumas,
en el torrente vivo de humanos apurados.
Y yo,
mientras termino mi copa
pienso:
¿Habrá mañana?,
y si hay:¿importa?,
¿realmente importa?.



13



La pequeña taza
conserva en su fondo
un mínimo resto de café
y algo de borra.
En el borde
la marca de carmín
de esa tu boca que fue mía,
como firma del ultimo sorbo
que después del adiós
distes.
La huella de esos labios
- tus labios –
los que hasta ayer
eran tan solo míos
quien sabe
con quién reirán ahora.




14




Como una flor

como una roja flor
que mece el viento,
como una flor abierta al sol,
como explosión de amor,
me dejaste de regalo en el espejo,
la huella de tus labios,
entreabiertos.



15



Luego de los primeros tragos
ya el estúpido chiste
me parece excelente
y después de algún otro,
lo que fue una sonrisa
se transforma de pronto
en mi risa estridente.
Y el alcohol tanto alegra

que de todo me río,
hasta del dolor,
este dolor maldito
que llevo dentro,
muy dentro,
muy dentro
y muy mío.




16




Y sigue vacía.
Frente a mi sigue vacía
la estúpida silla marrón
que marca limites
en mi destartalada mesa.
Sigue vacía
y todos pasan a mi lado riendo
pues intuyen mi ansiedad
desesperada.
Sigue vacía
como cuando la primera copa decidida,
como con esta,
ya perdida la cuenta,
tan vacía.
Pero te seguiré esperando,
siempre te seguiré esperando,
mi vida entera
te seguiré esperando.


"¡Mozo,nuevamente mi copa,esta vacía!"



17




Entre el humo de tantos cigarrillos, la nostalgia cansada, los pensamientos turbios y mi nublada alcohólica visión, igual te veo
sentada en el mostrador.

Eras algo irreal, como una aparición iluminando todo, una imagen deslumbrante, multicolor,
sobre fondo de grises.

No había nada más, solo vos, solo estabas vos en ese altar de Baco.

18



Lejos de mi mesa, sobre la vieja vitrina que toca el cielorraso de viejo lambríz de pinotéa, entre telarañas las viejas botellas cubiertas de polvo celosamente guardan el vino adormecido por añares, que espera deleitarme cuando me decida a pronunciar la frase ejecutiva que me las acredite sin importar el precio, ni la puteada del gallego ante el esfuerzo que le demandará la desvencijada escalera: "¡De aquellas Manuel, de aquellas bien arriba, las cubiertas de polvo, ¡las que sufren de olvido!, ...si de esas... ¡que te recontra galaico atrevido!".


19



Cuanta gente habrá pisado el noble piso de roble sin brillo y gastado, junto al viejo mostrador tan descuidado. Cuantos habrán levantado su copa intentando olvidar lo inolvidable y bajo el influjo del alcohól se habrán peleado. Cuantos habrán explotando violentos en esa catedral atéa, sufriendo por cruces que vienen cargando de otros lados, como un personal camino de misterios. Recuerdos nobles de mi vida gris, por ellos controlo mi impulso natural de aplastar la cucaracha que pasa apurada entre la mugre del viejo bodegón... como podría matarla si también es parte de mi vida, como aquel gato manso que duerme en la vitrina, como todos mis recuerdos, todas las promesas, todas las mentiras.


20



Rápidamente mira,
apenas se insinúa pero lo logra,
la llama enciende,
el mensaje llega,
los ojos asienten.
(Y todo sin palabras)


Desde otra mesa
mientras giro mi copa
disfruto su comunicación callada,
el cruce de miradas
que vi sin proponérmelo.
(Ese inicio de algo.)

De boliches y amor III

21



- Cuidáte.
- Nos vemos.
- Un beso.
- Hasta luego.
El dialogo breve.
Su voz al teléfono.



Hoy,
otra voz contesta.
No respondo,
cuelgo.
Silencio, suspiros,
recuerdos.



El gallego
del otro lado del mostrador frontera,
que sabe lo mío,
entorna los ojos
asintiendo triste,
mirándome fijo.




Después,
buscando mi sonrisa
como un hermano, dice castizo:
"Esta es mía, chaval"
y con una guiñada cómplice
llena mi copa nuevamente.





22
(La mesa de Don Daniel esta vacía, como nunca.)





Se van los mas viejos,
luego los no tanto
y los que "quien iba a pensar",
de golpe,
hasta que llega nuestro turno
y quedamos al frente,
en la trinchera,
peleando batallas de una guerra perdida.
La Vida,
esta pelea permanente
de explícito final.
(Por eso – coincidamos -
alguna copa ayuda.)





23
Nostalgia maldita.






Creí ver a mi padre,
en aquel señor pelado, de lentes y sombrero.
Pero mi padre murió hace más de treinta años.
Mi tía dio vuelta allí en la esquina,
con su sonrisa franca y bondadosa.
Pero mi tía murió hace seis.
A mi madre la vi caminando entre la gente,
con su típico peinado, su perrita
y aquel saco celeste.
Pero mamá se fue hace cuatro.
Pasó sonriendo en una moto,
mi amigo José Luis
y siento en ocasiones los comentarios de Pedro
a mis espaldas,
pero los dos no están,
desde hace años.
Y lo mismo me pasa con tantos otros,
¡cuantos!,
porque estoy enfermo, enfermo de nostalgia
y se que en mi caso es incurable.
(Desde el ventanal del bar
veo la vida pasar,
aprieto fuerte mi vaso
y me da por pensar.)




24




Como una madre me recibe. Ella a sentido mis codos innumerables veces, mis caricias y algún golpe de bronca también cuando el dolór, la bronca o alguna de tantas pérdidas. Siempre calma, tolerante. La he mojado, me he apoyado en ella suplicante, he llorado en ella, le he vomitado encima y siempre comprensiva. Tantos recuerdos, vieja barra del café y siempre vos, siempre estas vos en medio de ellos. Hoy, como duele ese cartel de remate verdugo, limitante y el no tener toda la guita para poder comprarte y conservarte, vieja barra de roble centenario, vieja nona pulida, compinche, consejera, especie de escenario callejero de ese teatro que es la vida.





25






Un café,
un simple café mientras se acaba,
aunque el cristiano este siempre callado
mirando fijo la mesa
como revisando el mantel con la mirada,
un simple café
es tiempo suficiente,
para que por la mente le desfilen
una manifestación de viejas voces,
un carnaval de emociones y recuerdos,
un terremoto de ideas,
la vida entera,
mientras disfruta callado y solo
de una simple y pequeña
taza de café.





26





Siempre puedo recordar la mesa en la ventana, el olor de aquel bar de Tapes y Agraciada, el mozo veterano - glorioso Don Daniel - que siempre toleraba mis estudios de horas y horas acompañado solamente por una mixta y un café. Pero era igual, aunque el patrón se quejara el hombre era compinche de mi necesidad de buscar un futuro, la mesa estaba ahogada por los libros y entre ellos la mixta, el café y mi necesidad de tener un rincón donde estudiar para algún día poder decir: "Lo logré." Y así se fueron años, nos fuimos de ese barrio, ya no volví al café pero recuerdo como si fuera hoy día el olor al boliche, la risa de Daniel, el grito aquel del pedido, con énfasis de Sargento dando órdenes, antes que yo hablara, cuando él me veía entrar al recinto sagrado: "¡Marche una mixta y un café!"





27






La mesa pequeña y redondita
de cármica marrón,
el séptimo vaso mínimo
de grapa con limón
que intentan arreglar sin conseguirlo
el dolor de amor,
del mal de amor
que al menos se mitiga
cuando avanza el alcohól.
Los recuerdos se quedan
y duelen más y más
porque aquí estoy yo
pero vos no
y con más copas tampoco lo remedio,
el alcohól me deja bravucón y pendenciero,
solitario entre toda esta gente
que no puede comprender
como duele tener
desgarrado el corazón
y sin remedio.





28





Vos comprendes,
no es personal,
estoy embroncado conmigo mismo
porque no puedo
- por más que tomo,
por más que quiero -
no puedo olvidarte,
no te pudo sacar de mi cabeza.
Aunque estoy solo
te presiento en la pieza,
vos me faltas
La mesa pequeña mil historias,
ahora me acoge como vientre,
en ella duermo vencido
de tanto alcohol,
de tanto dolor.





29






Ir quebrando al medio
los mondadientes uno a uno
armando una estrella
en la mesa del bar
entre platos y tazas
(lo quebrado hacia el centro
las puntas como rayos
y después del trabajo
poner agua en el medio
y ver a la estrella
agrandarse de a poco)
Porque prefiero hacer manualidades
que pelear con tus celos
que escuchar tus responsos
que sentir tus reclamos
O mejor esperar
y cuando estés cansada
para que ya no hables
taparte la boca con un beso...
¡eso, eso es,!
exactamente
eso.





30





Ya pasaron las nueve y la duda comienza, pero la esquina es esta, este es el café y es esta nuestra mesa como siempre lo ha sido, como todos los días.
El mozo me dice que no te ha visto, que te pasó algo - ¿o me habrás dicho mañana?. Pero veo llegar tu cara perfecta, iluminar todo al entrar boliche sonriendo, quitándote el abrigo.
Te acercas apurada, ya te tengo conmigo, ya no me falta nada.
El mozo sonriendo nos mira complacido y pide tu café como estaba previsto.
Ya juntos frente a frente, mientras tus manos tímidas se pierden en las mías me invade tu fragancia, tus labios me dan vida.

De boliches y amor IV

31



Sangre joven, fresca,
risa franca,
vida al tope
hasta que las velas ardan.

Grandes pasiones
que duran días,
amores inménsos
y odios explosivos.

Si la vida es breve
la juventud lo es más,
pero igual mueve al mundo
en su brevedad.

Te saludo divina juventud,
de todo eres motor y cambio,
y confiando ciegamente en tí,
elevo mi copa esperanzado.




32




Mientras me invade mansamente
este olor a pizza con faina,
el perfume de horno,
el aroma de leña.

Mientras la lluvia de pimienta
prepara mi bocado
y mi jarra de cerveza helada,
se termina.

Mientras disfruto
estos pequeños milagros rutinarios
y comienzo a degustar
este placer mundano.

Mientras todo sucede
pienso con que poquito
los simples,
solemos contentamos.




33



El Mago,
con su sonrisa intemporal
desde la foto Silva
Made in Uruguay,
emblema místico tanguero
en la pared del bolichón del bajo,
casi parece hacerme una guiñada cómplice,
cuando me tomo el penúltimo trago.
(Yo también sonrío.)




34



La figura inmensa del travesti, falso cuerpo voluptuoso de mujer apoyado en el mostrador bebiendo una copa, no tendría nada de raro a simple vista de no ser por la peluca apoyada en el banquito y la bocha pelada que delata que bajo esa cáscara de tules, existen sorpresas no previstas. (Grabo esa cara tramposa para no cometer una gruesa equivocación en el futuro)




35



El fiolo revolcó de un cachote
a su mina explotada
que quedo lloriqueando en el piso,
más no pudo terminar su faena
porque la mujer de su mujer
- la otra lesbiana –
le metió veinticinco centímetros
de acero alemán
(cuchillo carnicero Solingen filo extra)
en la buzarda fofa,
sin siquiera pestañar,
sin una duda.
(Lo hice por amor,
nos confesaba luego,
antes que la cana la llevara.)




36





"Vea cachafaz"
-dijo con voz pastosa el borrachito-
"yo, para que vea"
-y entreparó la dialogada
para dar una pitada fuerte al faso-
"no soy de andar con mucha parla"
-y dio un paso atrás-
"Yo, para que entienda mejor
-ya enojado terminó su caña-
"cuando sé que tengo razón la tengo y basta"
-y se secó el bigote con la zurda-
"asi que déjese de hablar bobadas"-
y ante el asombro de todos,
de la nada sacó un revolver 38-
"y de última vayase usté
a la puta madre que lo parió" dijo,
y le vació el cargador como si nada.



37



¿Las va a dejar que se maten? preguntaba el mocito fifi asombrado al bolichero mirando la brutal pelea de aquellas yiras, sin valor para entreverarse en la movida. "¡Coño", - razonó Manuel medio en voz alta -estas putas si se quieren matar... ¡joder!, pues que se maten!" y siguió secando los vasos como siempre. El alboroto cada vez era mayor. No aparecieron naifes ni bufosos y la cosa quedo solo por eso: Dos yiras borrachas llorando despeinadas, ni una gota de sangre, solo el desorden y el mocito fifi que las miraba.



38




En la mesa mas lejana,
apartada del remolino de pasiones,
en la penumbra del rincón
y aun asi en medio de todo,
Ramiro el escritor
nos robaba escenas cotidianas
de nuestras pobres vidas de bohemios
sin jamás pagar nada.
Solo en ocasiones intercambiando,
nos dejaba leer sus historias bolicheras,
o cuando estaba bien mamado
las recitaba arriba del mostrador
iluminado por el tubo luz de los cigarros
agarrando la hoja con la izquierda
y aguantándose los lentes con la diestra.
(El querido gallego por detrás
lo sostenía como podía de la cintura,
para que nuestro poeta y narrador
no terminara
de jeta en el piso entre la mugre
y aun asi siempre en medio
de todas las razones ...)
Quedaba KO por unanimidad cañera con vermout
y podía contarle usted hasta cien
que allí quedaba
más que desmayado, comatoso.
Nuestro vate despertaba en su cama de pensión
sin saber nada
sin recordar sus peripecias
llevado por los brazos cariñosos
de algunos vivenciales compinches de la noche.




39




Fue como un rejucilo en la noche serena
en medio de los tangos
el alcohól, la cocaína y el tabaco.
Se vieron los malevos
Ventarrón y Barranco
y sin cruzar palabras
por cuentas pasadas,
los facones volaron
brillando entre chasquidos,
vidrios quebrados,sillas rotas,
los histéricos gritos de las putas
y las sonoras maldiciones del galaico.
Y antes que la cana apareciera
y los pitos chiflaran apaléo,
un barbijo vermellón
le quedo al Ventarrón en el cachete
y una mancha roja oscura
aparecía en el pecho de Barranco
que moría.
(El matador no ofreció resistencia
porque era conocido del Juéz de la Primera,
que se encamaba con una de sus minas,
sin pagar, a cuenta de la casa,
como caja de ahorro de favores
para usar cuando la ocasión lo ameritara.)



40




Se aparecieron por el bajo
sin avisar y sin mentarse,
entraron al boliche mas jodido,
al que tenia peores credenciales
y antes que nadie pudiera provocarlos
apoyaron un pie sobre la silla,
pusieron a llorar a sus guitarras,
y cantaron como cantan los zorzales.
Hasta el más duro se les quedo mirando.
"¿Quién es el gordito?, pregunto la Rosa
arreglándose la pintura en el espejo
y la Margó conocedora le batió:
"Gardel, se llama
y el otro me parece que Razzano."